Mes: enero 2017

La respuesta del psicoanálisis a la Violencia Intrafamiliar

Vivimos en una época donde el empuje a la globalización, lo cuantitativo, la comparación, la inmediatez, lo funcional, lo utilitario y todo lo que vaya dirigido a dar respuestas generalizantes,  unificantes, tranquilizantes, directas y rápidas es considerado como parte de la modernidad.

Se esperan logros rápidos, sin mucho gasto de tiempo y energía. Es la época del “fast-food” del “pret-a porter”, de vuelos intercontinentales cortos (New York-París en 4 horas), del internet, de las redes sociales, etc.

A partir de lo que podemos llamar el principio de utilidad directa se pretende hoy medir en todas las áreas del conocimiento los resultados de propuestas, métodos, técnicas, modelos, experiencias, etc.

En el debate de hoy, la eficacia del psicoanálisis ha salido de las sociedades psicoanalíticas y se ha instalado en los medios de comunicación, en las universidades, en los hospitales, en los ministerios públicos y en las instituciones privadas. Estamos en la época del mercado farmacológico, las terapias que se reclaman para ellas la solución inmediata al sufrimiento humano, las universidades que prometen formar y acreditar la práctica de psicoterapeutas en 3 o 4 años.

Es una época donde “la salvaguarda del psicoanálisis exige estrechar lazos con todos aquellos que resisten a la reducción del hombre a una cifra contable”. (Principios Directores del Acto Psicoanalítico. Anuario y textos estatutarios de la Nueva Escuela Lacaniana. 2016-2018)

 Allí donde algo falla, donde hay una hiancia, un hueco, donde no hay respuestas científicas o intelectuales, el psicoanálisis está llamado a actuar. Allí donde la completud prometida por la globalización falla, tropieza, encontramos al sujeto dividido, al sujeto en falta, al sujeto del lenguaje que hablando sólo consigue evidenciar la brecha entre el dicho y el decir ya que nunca puede decir todo lo que quiere, por más que lo intente. Allí hace lazo social el psicoanálisis de orientación lacaniana.

Ante el discurso igualitario de las psicoterapias actuales, el discurso demagógico de la ciencia y la tendencia a convertir al ser hablante en uno más del montón, el Psicoanalista de orientación lacaniana y el deseo que lo moviliza, lo conduce a forzar la barrera, a insistir en avanzar más allá de las fronteras que imponen esos discursos.

 La aplicación del psicoanálisis en la terapéutica, como tratamiento, en un determinado momento, en una determinada problemática, en un determinado lugar; es decir, la demostración de su oportunidad, de su conveniencia, de su posibilidad de acción más allá de las condiciones en que como práctica se instauró, es decir como práctica de consultorio, constituye hoy en día el reto del psicoanálisis de orientación lacaniana.

La violencia intra-familiar, el maltrato infantil, el abuso sexual, es una problemática que no podemos negar y menos aún esconder en nuestros países. Ante esta realidad, esta urgencia, este accidente, esta problemática que supone, desde el punto de vista “social” un traumatismo para el niño o adolescente, víctima de violencia, víctima de maltrato físico y/o psicológico, víctima del abuso sexual o víctima de cualquier hecho que vulnere sus derechos consagrados en la Ley Orgánica Para la Protección del Niño(a) y Adolescente, el estado, el Otro de la ley responde, debe responder. Y lo hace diseñando leyes, normas, deberes, derechos, medidas administrativas, sentencias, juicios, penas carcelarias, que protejan y defiendan los derechos y deberes de los niños (as) y adolescente y penalicen los actos que vayan en contra de estos derechos.  Sin embargo sabemos que respondiendo de esta manera, con herramientas meramente coercitivas, no alcanzan a saber lo que originó la violencia, el maltrato o cualquier acción que vaya en contra de los intereses del niño(a) y adolescente y menos aún pueden predecir lo que este tipo de “accidente”, “urgencia” o “problema” puede afectar al niño, niña o adolescente. Este Otro de la ley, este Otro que apunta a proteger se pregunta una y otra vez qué hacer, ¿cómo curar al niño(a) o adolescente del trauma, seguramente causado por la violencia, el abuso o el maltrato?, ¿cómo hacer para que un padre no le siga pegando a su hijo o a su esposa?, ¿cómo hacer para que se detenga la violencia y la familia pueda vivir en paz?, ¿cómo hacer para que un niño(a) o adolescente, víctima de abuso sexual logre llevar una vida normal y no quede traumatizado por el resto de su vida?, ¿cómo hacer para que un niño no sea maltratado por sus maestros o profesores?

Es entonces, con esas preguntas en mente cuando ese Otro de la ley acude y recurre a instituciones o profesionales que considera “expertos en la materia”. Instituciones o profesionales de la salud mental, que desde su punto de vista deben ofrecer la cura para éstas violentas marcas seguramente tatuadas en la vida de niños y adolescentes, instituciones expertas en el arte de escuchar el sufrimiento humano y por la escucha curar a traumatizados y traumatizadores.

Un sujeto, que llega al encuentro con un psicoanalista, no siempre decide venir a buscar ayuda a su problema, no se queja de su queja, no ha pedido hablar de sus síntomas, no reconoce que sabemos lo que le pasa y menos aún supone que podemos ayudarlo. Es un sujeto “trash”, un sujeto que pone obstáculo al “buen” funcionamiento social y como tal hay que sacarlo de la red social para que no estorbe en su funcionamiento y se le pide al psicoanalista que lo reinserte en un lugar donde no haga obstáculo, donde no fastidie, donde pueda vivir y dejar vivir al semejante.

¿A qué está llamado el psicoanálisis en estos casos?  El psicoanálisis permite que el sujeto que lleva toda la vida resignado al “me tocó esto en mi vida”, “así será y así seguirá siendo”, “es mi destino”, “es mi karma”, “soy así”, se encuentre con la posibilidad de hacerse cargo de su existencia y responsabilizarse de su participación en la misma.

Entendiéndola como la eficacia que resulta del encuentro de una persona con un analista y la posibilidad que este encuentro le permita reconocerse sujeto; sujeto no al determinismo social, económico, político, cultural, sino más bien reconocerse sujeto de otro poder, un poder más íntimo, más particular, más suyo: el inconsciente. Ya, en ese momento se puede hablar de un resultado eficaz del psicoanálisis.

 

Aliana Santana

Psicoanalista

Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y de la Nueva Escuela Lacaniana, Sede Ciudad de Mexico.

Correo: alianasantana@gmail.com

 

 

 

 

«Los padres se han convertido en sindicalistas de sus propios hijos»

Massimo Recalcati: «Los padres se han convertido en sindicalistas de sus propios hijos»
El psicoanalista, ensayista y profesor universitario Massimo Recalcati. anagrama

Este psicoanalista, ensayista y profesor italiano analiza en su último libro publicado en España la crisis que atraviesa la escuela como institución

«Se ha roto el pacto generacional; los padres y los profesores ya no trabajan juntos en la educación de los jóvenes»

OLGA R. SANMARTÍ Madrid

A Massimo Recalcati (Milán, 1959) se le considera en Italia una especie de rock star del psicoanálisis. Ensayista mediático y profesor en varias universidades, se dedica a analizar los males de la hipermodernidad. En La hora de clase, que acaba de publicar Anagrama, reflexiona sobre el papel de la educación en una sociedad en la que se ha diluido la autoridad paterna y, por extensión, la del profesor. A diferencia de lo que ocurría en la generación del 68, los jóvenes ya no tienen que rebelarse contra sus progenitores -ni matar, como Edipo, al padre- porque los tienen a su lado, convertidos en compañeros de juegos. «El maestro está cada vez más solo y humillado», sostiene Recalcati, que reivindica la figura del docente que despierta en el alumno la pasión por el conocimiento.

¿En qué se diferencia el maestro actual del de generaciones anteriores?
El hecho novedoso es que se ha roto el pacto generacional y esto ha incidido en el discurso educativo. Los padres y los profesores ya no trabajan juntos en la educación de los jóvenes. Los padres más bien son los aliados de los hijos contra los profesores. Es un cambio inaudito: los padres, en vez de apoyar el trabajo de los profesores, se han convertido en sindicalistas de sus propios hijos. Para Freud existía un vínculo espiritual entre padres y docentes. Hoy, este vínculo se ha deshecho. Cuando un profesor asume la responsabilidad de suspender a un alumno o iniciar un procedimiento disciplinario, las familias lo miran con sospecha. Se preguntan: ¿No estará abusando de su posición de poder? ¿No estará infravalorando la calidad de nuestro hijo?
¿Qué opina de la huelga contra los deberes que han promovido en España varias asociaciones de padres?
Es el signo de esa ruptura: reivindicar la libertad de los hijos significa negar la función educativa de la escuela. Es un viento anti-institucional que atraviesa nuestro tiempo. Descalificar la escuela es descalificar la dimensión colectiva de la vida. El niño es el rey de la familia; todo debe ser sometido a sus exigencias. Es una metamorfosis antropológica; ya no es el hijo el que tiene que hacer cuentas con la realidad, sino que es la realidad la que tiene que plasmarse según el capricho del hijo.
¿Cómo puede el profesor, cuando está sistemáticamente cuestionado, incentivar las ganas de aprender de sus estudiantes?
Hay una profunda soledad del profesor. Ya no son los estudiantes los que esperan en fila a ser triturados por el sistema, como contaba The Wall de Pink Floyd. ¡Ahora son los profesores los que son consumidos por el dispositivo escolástico! La única forma de resistir es no perder el deseo por lo que se enseña. Y hacer equipo con otros profesores, para sentirse menos solo.
España tendrá otra ley educativa. La Lomce apenas habla de los docentes. ¿Ayudaría para darles más reconocimiento que la nueva norma contemplara incentivos económicos para los mejores maestros?
En Italia la humillación económica y social de los profesores ha llegado al límite en el ventenio berlusconiano. El ministro de Economía ha dicho que la cultura no se come. Un país que no tiene sentido del futuro, que no piensa a largo plazo, no invierte en su escuela ni en sus profesores. Invertir en la escuela es invertir en el futuro.
En su libro dice que los estudiantes de hoy quieren ser autónomos, pero la «crisis estructural del sistema capitalista» les provoca «una dependencia sintomática». Antes era más fácil porque, si estudiaban y se esforzaban, era muy probable que prosperaran en la vida. Ahora esa premisa ya no sirve.
La cultura es la única vacuna que puede salvar la vida de nuestros hijos frente al riesgo de la disipación y la violencia. Lo decía Pasolini al inicio de los 70: es el vacío de cultura el que genera el deseo de la muerte. La droga, el alcohol, la violencia, la dependencia de internet, el aislamiento, la anorexia… son manifestaciones de este vacío. Ésta debería ser la primera función preventiva de la escuela: donde hay cultura hay deseo de vida y no de muerte.
¿Hay aprendizaje sin esfuerzo?
No. El aprendizaje no es Twitter. Exige el largo tiempo del pensamiento. En el estudio se necesita constancia, dedicación, empeño. Y, sin embargo, la belleza del estudio consiste en la experiencia de la constante apertura a nuevos mundos. Se da una emoción en el aprender. El buen profesor no considera al alumno como una cabeza vacía que hay que llenar, sino como un fuego que hay que encender.
¿Cuál es el sentido de la verdad en un mundo en el que un hombre que miente llega a presidente de EEUU?
La línea Berlusconi-Trump es sintomática de la declinación perversa del poder en la edad hipermoderna. En la perversión ya no hay ideales, razones, impulso colectivo, valores… La única forma posible de la ley es la ausencia de la ley. Trump puede mentir sin pudor porque, al no tener ninguna relación con la realidad, no tiene sentido de culpa frente a sus propias mentiras.
Explica en su libro que la crisis de la escuela ha coincidido con la crisis de la palabra.
Hoy todo el mundo habla demasiado. Pero pocos asumen las consecuencias de sus palabras. La palabra circula vaciada de su significado. La cultura restituye dignidad a la palabra, custodia su secreto y su fuerza.
¿Qué consecuencia va a tener la pérdida de las Humanidades en la escuela?
Uno de los síntomas más evidentes de la escuela contemporánea es que ha subordinado la propia lengua y sus raíces humanísticas al lenguaje economicista empresarial. El mito de la producción y del rendimiento proyecta su sombra sobre nuestra escuela. ¿No debería ser precisamente la escuela la que permita un tiempo improductivo que sea fecundo? ¿No es el colegio el lugar donde se puede dedicar toda una tarde a estudiar y leer juntos una poesía, donde el tiempo se emancipe de la pesadilla de la productividad?
¿Para qué sirve aprender de memoria?
Yo pensaba, cuando era joven e indisciplinado, que no servía para nada. En cambio, Daniel Pennac subraya un aspecto de la memorización que yo había descuidado. Se trata de sumergir a nuestros hijos en el gran río del lenguaje. Es una experiencia de recuperación de nuestra procedencia. Por eso siempre escucho, con una mezcla de envidia y admiración, a amigos que en nuestras fiestas recitan poesías que aprendieron de memoria siendo niños…
¿Qué explicación psicoanalítica encuentra en el hecho de que usted, al igual que Pennac, fuera un mal estudiante y, en cambio, se haya convertido con los años en un ferviente defensor de la importancia de la escuela?
Generalmente, los psicoanalistas se ocupan de causas perdidas porque lo han sido ellos previamente. Saben, por lo tanto, bastante bien qué significa ser una causa perdida. Sólo por este motivo pueden ayudar a las personas que se han perdido a volver a empezar. Gran parte de nuestra vida está determinada por los encuentros que tenemos. Yo he tenido algunos malos encuentros al inicio de mi vida. Pero también buenos encuentros. Aquellos que han sabido dejar huella realmente. ¿No es acaso éste el significado más precioso de enseñar, dejar huella en quien aprende?

¿Qué puede ocasionar el temor de ir a la escuela?

 

¿Qué puede ocasionar el temor de ir a la escuela?

consejos prácticos le daría a un padre de familia para que el niño o la niña venzan este temor.

 

El temor o el miedo es una emoción  necesaria y adaptativa que todos hemos experimentado cuando nos enfrentamos a algunas situaciones ya sean reales o imaginarias, en el caso de los niños los miedos constituyen un factor casi constante   durante su desarrollo, como el miedo a la separación, a los extraños, a algún animal, a la oscuridad, a dormir solos y a la escuela, entre otros.  Estos miedos en general son pasajeros,  desaparecen sin ninguna intervención terapéutica y la mayoría de las veces no tienen repercusiones a futuro. Así como son pasajeros puede volver a aparecer el mismo miedo ya superado ante una circunstancia en particular como una mudanza, la muerte de alguien querido o el divorcio de los padres. Además hay que tomar en cuenta de que es adecuado tener miedo en algunas circunstancias para defenderse o protegerse, deben tener temor de jugar con electricidad, con fuego, por ejemplo.

 

Hay que diferenciar el miedo de la fobia, la fobia es un miedo irracional y exagerado a una persona, situación u objeto en particular, es muy intenso para el niño que lo padece y para los que están cerca ya que es difícil de manejar cuando se presenta  ya que el niño tiene deseos de huir de la situación ,  puede presentar síntomas como llanto, gritos, agitación, palpitaciones, sudoración, palidez, intranquilidad o quedarse inmóvil y callado, no escucha, no acepta sugerencias, esto debido al estado de terror en el que se encuentra. Las fobias alteran mucho la vida cotidiana y el funcionamiento normal del niño por lo que deben ser tratadas por un especialista, y no intentar que desaparezca por otros medios como exponer al niño a lo que le produce terror, esto podría empeorar el cuadro.

El miedo puede ser provocado por situaciones reales o imaginarias, y en la infancia es muy común que sea originado por situaciones imaginarias ya que les es muy difícil distinguir lo imaginado de lo real, pero no por esto los padres deben subestimar los miedos que presenten sus hijos y  deben estar pendientes si hay alguna situación real que los provoque. Por ejemplo podemos tener a un niño que tenga temor a ir a la escuela y él hace todo lo posible por no asistir, antes de suponer que es un miedo pasajero que no tendrá repercusión, tendríamos que averiguar si está pasando algo real en la escuela a lo que  pueda tenerle miedo, alguna situación con la maestra, con un compañero etc. Esto puede ser primero conversado con el niño, preguntándole a que le tiene miedo, usualmente los padres piensan que porque el niño es pequeño no va a poder expresarse o no va a decir lo que siente, y se sorprenderán de lo que pueden contar ellos si solo se les pregunta y se les da un espacio para hablar de lo que les molesta o le temen.

Si el temor es de origen imaginario se le debe aclarar que eso a lo que el teme no va a suceder (usualmente son situaciones muy improbables), que sus padres siempre van a estar para apoyarlo, se pueden hacer arreglos con el mismo niño, preguntándole que situaciones lo harían sentir mejor para poder ir a la escuela más tranquilo, usualmente no son exigencias muy difíciles de cumplir y el temor desaparece muy pronto.

Es importante resaltar el papel de los padres en el manejo de estos miedos, si alguno de los padres se muestra también temeroso o inseguro al manejar estos miedos en el niño o el mismo tiene miedos a otras situaciones, no podrá darle la tranquilidad necesaria  al niño para superarlos y se reforzará el temor ya que estará dándole a entender que tiene razón al tener miedo.  En estos casos se sugiere que sea el padre que no presenta estos miedos el que hable con el niño y le de la seguridad que necesita.

Algunas veces no es fácil distinguir entre un miedo y una fobia y tampoco les es fácil a los padres manejarlos, en esos casos lo mejor es acudir a un especialista en el área como un  paidopsiquiatra, psicoanalista o psicólogo infantil que pueda hacer el diagnostico entre una fobia o un miedo transitorio y resolver la situación con los padres y evitar   que se agraven y permanezcan los síntomas en el tiempo, limitando la calidad de vida del niño.

 

Dra. Lizbeth Ponce M.

Psiquiatra de adultos e Infantil. – Psicoanalista.

Integrante del equipo de Psi-qué

psique.vzmx@gmail.com

Twitter: @psiquevzmx