Los trastornos de alimentación existen desde hace muchos años, pero se comienza a considerar como una enfermedad en el siglo XVII, y no es hasta después de la aparición del psicoanálisis, gracias a S. Freud, que se evidencian las verdaderas causas de los trastornos de la alimentación, las cuales son psicológicas.
Como trastornos de la alimentación se conocen la anorexia nerviosa, la bulimia, la pica y la rumiación (según el DSM-V).
En general se consideran trastornos de la alimentación a aquellos caracterizados por una preocupación constante y exagerada por el peso corporal y el aspecto físico; lo que repercute en los hábitos alimentarios resultando en un consumo alterado de la comida y del funcionamiento psicosocial así como de la salud física.
Uno de los conceptos fundamentales que hay que tener claros para entender este tipo de trastornos, es que se trata de una enfermedad y no de una simple manía o capricho de quienes la padecen.
El gran error que se comete es creer que las personas caen en esta enfermedad por gusto y quienes están a su alrededor no logran entender cómo pudo pasar.Tanto la anorexia como la bulimia nos indican un malestar de origen emocional que tiene que ver con la relación con los otros (familia, amigos), con el amor y la sexualidad, con el propio cuerpo.
El trastorno surge en una determinada coyuntura que está relacionada con el difícil momento del paso de infante a adulto y las cuestiones que éste pone en juego. El punto entonces es entender que el tema pasa por el cómo desde niños, las mujeres, los hombres y adolescentes, van manejando las distintas experiencias de la vida.
Es importante señalar que no toda restricción alimentaria o hacer dieta es una anorexia, hay personas que hacen dieta toda su vida y no son anoréxicas. también debemos considerar que hay restricciones alimentarias por angustia,duelo, enamoramiento, etc. que no implican un cuadro de anorexia.
Si los padres se dan cuenta de algún problema alimentario, lo primero que deben hacer es no alarmarse y tratar de entender que está pasando, hablar con él o ella y consultar con un profesional que los ayude a ver el problema lejos de la culpa, ya que los padres tienden a culpabilizarse por lo que les pasa a sus hijos; y hay que aclarar que esto no es así, es importante poner los límites entre lo que es responsabilidad de los padres y lo que no. El problema «pertenece» a quien lo padece, y es esa persona quien puede encontrar una solución.
No sólo se trata de estar pendiente de los comportamientos de las personas con la comida, sino saber qué aspectos en su vida pueden estar resultando difíciles. Es importante no apresurarse a quitar importancia a sus comentarios y entender que sus preocupaciones son muy importantes para ellos.
Con respecto al tratamiento hay dos tendencias, la que trata de corregir el cuanto come y la que considera al trastorno alimentario como una expresión de otros problemas.
Es importante recordar que no todos los síntomas de la anorexia y la bulimia son iguales. En principio cada persona es distinta de otra, cada persona es única, y que el tratamiento debe acoger lo que va más allá del síntoma en cada uno.
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